Escrito por Manuel Arias
Dentro de la búsqueda de herramientas que mejoran la salud mental de las personas y la conexión de estas con sus emociones, existen distintas estrategias que van más allá de la terapia convencional. Una de estas técnicas corresponde a las danzas circulares, las cuales, en base a la conexión grupal y la expresión artística, buscan ayudar a la emocionalidad de los individuos. En este contexto, el Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales realizó una actividad en la que, frente a la Laguna de los Patos, decenas de personas se unieron en danzas circulares.
Para entender de mejor manera los orígenes de esta técnica, así como sus efectos, el psicólogo y coach, Andrés Rey, facilitador en la actividad realizada por el departamento, explicó cómo funciona esta técnica, sus orígenes y el impacto que tiene en quienes la realizan.
Qué son y cuáles son sus funciones
En resumen, las sesiones consisten en un grupo de personas que se posicionan formando un círculo, quienes —a través de un baile coordinado de distintos sonidos del mundo y ritmos repetitivos— buscan generar efectos positivos en sus participantes; siempre manteniendo la forma redonda del grupo. Andrés Rey explicó cuáles son los beneficios de estas:
“Las danzas circulares tienen tantos fines que van a depender de cómo lo sientan las personas. Primero, uno físico, porque es un ejercicio. Pero, además, ayuda a nuestras emociones, porque cuando nosotros estamos en el círculo nos conectamos con música de distintos pueblos, con músicas suaves y alegres; nos hace sentir mejor. Incluso nos ayuda a conectarnos con nuestra espiritualidad”.
Así, es posible, a través de una actividad física suave, conectar con otras personas y mejorar la emocionalidad. Cabe destacar que la agrupación Piuke, a la que pertenece el psicólogo Andrés Rey, realiza rondas regulares, todos los miércoles a las 19:00, en Cochrane 791.